¿Está el enemigo?

Abro el ojo, miro el teléfono y me encuentro con desastre tras desastre: un atentado en Moscú en el Crocus City Hall por parte de ISIS. Por ahora van 115 muertos y subiendo. La obsesión de ISIS y compañía con los teatros, los conciertos y demás espectáculos multitudinarios (recordemos la masacre de Bataclan, el atentado en el concierto de Ariana Grande, la matanza en Reim, Israel…) es llamativa porque así matan dos pájaros de un tiro: aprovechan la multitud para acabar con el mayor número de gente, logran sus objetivos de crear terror y además honran su ideología en la que se castigan todos los eventos que ellos consideran impuros, osea, casi todo lo que sostiene la civilización occidental, que es lo que aborrecen aunque se nutran sin problema del dinero y de la tecnología que Occidente genera. Putin promete venganza y sin duda la tendrá, no es un tipo de dar abrazos y cantar Imagine precisamente. Y los conspiranoicos en pleno éxtasis anunciando la Tercera Guerra Mundial. Que como siempre nos pillará a los europeos por el medio, pintamos cada vez menos en el concierto mundial pero como campo de batalla somos imbatibles.


Luego lo de Kate. Pobre mujer. Sale en un vídeo sola y flaca, intentando mantener el ánimo después del desbarajuste de comunicación de la Casa Real que llevó a medio planeta a idear todo tipo de conspiraciones a cada cual más imaginativa. Al final no sabemos si era ella la que iba en el coche, la que iba de compras a la tienda ecológica o la que apareció en la foto falsa con los niños con los dedos retorcidos. Desde que murió Isabel y en la coronación de Carlos se vio aquella imagen funesta durante unos segundos, (momento conspiranoico número uno de la retransmisión) una nube negra se ha cernido sobre los miembros como si fuese el guion de una serie. Bueno, lo será, el equipo de “The Crown” ya se frota las manos. Los escritores somos así, siempre husmeando entre el amor y la muerte, que de eso va la vida, amigo lector. “Los ricos también lloran” lo predijo, igual que  “Los Simpson”.


Y luego lo de Telegram. El juez con pelo Pantene a la fuga de la boda con la señora de la perrita blanca con chichos que nunca tocó suelo ha ordenado la suspensión de la red de comunicación más libertaria por denuncias de cadenas de televisión que casi no ve nadie. Por no ver ya ni vemos los partidos de la selección española de fútbol –la masculina– con esa camiseta diseñada por un mono con dos Plastidecor. Adiós, Kate, hola Telegram. Vivimos en un momento en el que ya no nos da tiempo a asimilar nada, si parpadeas te lo pierdes. No se cierra Telegram con contenido pedófilo pero ojo, Antena 3 se ha molestado. Y así se impide a miles de Españoles la información y la comunicación que es censurada sistemáticamente aunque no nos demos cuenta. Fue Telegram la red que mostró el alcance de los atentados de Hamas en directo, la fuente de la gran conspiración mundial e instrumento de trabajo de mucha gente. Y así nos convertimos en una república bananera pero con Borbones, una suerte de Pakistán o Corea pero con terrazas (hasta que las prohíban), un Irán sin velo obligatorio (por ahora). Poco a poco, lentamente, de forma sibilina, te vas quedando sin información. Y hoy la información es poder, la información lo es todo. Llegará la Tercera Guerra Mundial y nos pillará como Gila, con el teléfono de rueda y el casco torcido. ¿Está el enemigo? Que se ponga.

 

¿Está el enemigo?

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